Esta semana leemos la perashá Vaietzé. Así cómo la última vez nos enfocamos en un punto de la porción semanal y lo analizamos, esta vez haremos lo mismo y trataremos de ver cómo lo estudiado puede ser llevado a la práctica. El tema que nos toca esta semana es la Tefilá/Plegaria.
Luego de que Esav jura matar a Iaakov, Rivká, su madre, le dice a su hijo se escape y vaya a lo de Laván su hermano. En el camino Iaakov pasa por Bet-El y tiene un sueño: una gran escalera está a su lado, esta llega desde el suelo hasta el cielo y en ella hay ángeles subiendo y bajando.
Nuestros sabios explican que esta escalera representa la Tefilá/Plegaria.
Los Korbanot Interiores
La Tefilá no es simplemente pedir que nos den lo que queremos, la Tefilá es mucho más, es un trabajo transformativo que debe ser hecho cada día al despertarse.
Nuestros sabios y profetas crearon la Tefilá cómo un reemplazo de los Korbanot/Ofrendas que se hacían en el Beit haMikdash ¡los Korbanot no eran pedidos! Eran nuestra forma de elevar la creación física y hacerla espiritual y así hacer que las bendiciones que tenemos esperándonos en los mundos espirituales se materialicen. El altar es el centro del planeta, donde nuestro mundo se conecta con los mundos superiores, todo sube y baja por ahí.
Hoy en día no tenemos Beit haMikdash ni Korbanot, pero tenemos la Tefilá. Con ella elevamos nuestra alma animal, ofreciendola como Korbán en nuestro corazón, que es el altar del alma y así hacemos bajar hacia nosotros espiritualidad para bendecir al mundo. Toda la Tefilá esta hecha para que meditemos en lo que decimos, nuestro intelecto encienda la leña del corazón poco a poco hasta convertirlo en una enorme fogata que quema nuestras malas cualidades al decir el Shemá Israel.
Preparando el Aterrizaje del Alma
La Tefilá nos ayuda a subir hacia los niveles más altos, llegar hasta el creador y a través de nuestros pedidos traer bendición al bajar de vuelta a la tierra. Así como en el sueño el alma se separa un poco del cuerpo para volver a él con fuerzas renovadas, en la Tefilá nosotros elevamos concientemente nuestra alma para que pose en nosotros de forma balanceada y cómoda al volver.
Los maestros jasídicos explican que este es el proposito de la Tefilá: lograr que el alma entre al cuerpo de a poco, parte por parte, mientras somos concientes del proceso, así la unión del cuerpo y el alma es armónica y no forzosa, lo que nos permitirá tener un día pleno de sentido, siendo conscientes de lo que hacemos y teniendo dominio de lo que sucede, en vez de ser dominado por nuestro alrededor.
Así interpretan la prohibición de comer antes de haber hecho el rezo matutino: el Zohar dice que el momento de comer es el momento de la guerra, a veces uno es dominado por el deseo de comer y se convierte en un animal, comiendo demás, ingiriendo cosas que son dañinas, entregandose a la bebida y perdiendo la consciencia. Esto ya lo vimos en Esav, que por un plato de lentejas fue capáz de vender su primogenitud, los deseos físicos le hacen perder su inteligencia, se convierte en una bestia insaciable. Pero no es obligatorio perder la guerra... se puede también comer tranquilo, siendo consciente del acto, cómo parte de nuestro servicio al Creador. Si comemos con la intención de estar sanos para poder vivir una vida ejemplar y traer bien al mundo, entonces nuestra mesa es como un altar y almorzar puede conectarnos con Dios tal como una mitzvá. Esta es la guerra de la que habla el Zohar ¿quién ganará esta vez, la comida o uno?
Si rezamos – haciendo entonces que nuestra alma entre en nosotros como debe ser - y luego empezamos el día entonces nuestra alma decidirá nuestros actos, pero si no, nuestras acciones nos dominarán y en vez de elevar el mundo caeremos en él, embarrados en los deseos momentaneos que luego solo traen arrepentimiento.
La Estructura de la Tefilá
Para sacar el máximo provecho de la Tefilá es necesario estudiarla y entender de qúe está compuesta. La Tefilá tiene cinco partes y así cómo en una escalera no se puede llegar al quinto escalón sin haber pasado por el primero, no se puede llegar al nivel más alto de la Tefilá sin haber pasado por el más bajo. Las cinco partes son estas:
Bendiciones Matutinas (Plano Físico)
Versículos de Alabanza (Plano Sentimental)
El “Shemá” y las bendiciones que lo preceden y suceden (Plano Mental)
Amidá, las dieciocho bendiciones que se dicen de pie frente al Creador (Plano Espiritual)
El Descenso del Flujo – La vuelta a lo Mundano
Bendiciones Matutinas
Apenas nos despertamos, el Sidur (libro de plegarias) nos da una lista de bendiciones con las cuales agradecemos a Dios y nos concientizamos de nuestro cuerpo. Hoy en día se acostumbra decir todas las bendiciones juntas, una tras otra, algunos lo hacen en su casa y otros en el templo. Nuestros sabios en verdad tenían pensado que cada una de estas bendiciones sea dicha en su momento apropiado, así cada acción que hacemos al despertarnos – que de otro modo sería hecha sin prestarle atención – se convierte en un acto pleno de sentido y divinidad. Por ejemplo, decimos “Que seas Baruj (atraído, revelado, proyectado) Tú, Adonai, nuestro Elohim (Aquél que se limita a sí mismo para estar con nosotros, seres limitados) Rey del Universo, que hace ver a los ciegos” ¡Oy! ¡Que alegría poder ver! ¡Gracias Ribonó shel Olam por este mundo tan hermoso que puedo ver con mis ojos! ¡Por favor, permíteme ver tu providencia en todo lo que me pasa! ¡Ahora que me dejaste ver lo material, haz que no sea ciego a lo espiritual que es la verdadera escencia de las cosas! ¡Abre mis ojos! Otra bendición es “...que da fuerza a los cansados” ¡Ayer me acosté después de un día tan duro y hoy me siento renovado! Pero Ribonó shel Olam... Hoy tengo otro día de mucho trabajo ¡Por favor dame fuerza para tener éxito y estar alegre todo el día! ¡Te suplico que estés conmigo también cuando vuelva a mi hogar y me des energía para poder escuchar a mi esposa y prestarle atención a mis hijos! ¡A veces es tán dificil... estoy tan cansado... quédate conmigo hoy hasta que me vuelva a acostar!
Así, bendición tras bendición, vamos maravillandonos y alegrandonos por todo lo bueno que tenemos... por nuestro cuerpo, nuestra ropa. A veces me gusta pasar por el cuarto de mis hijos antes de empezar las bendiciones, cuando los veo durmiendo me siento tán meritorio de ser su padre que la dicha llena mi corazón y eso me prepara para agradecer a Dios bien concentrado.
Hoy en día estas bendiciones tienen mucho más sentido que nunca. Gracias a los avances de la ciencia sabemos cosas que nuestros sabios ni imaginaban sobre lo increible que es el cuerpo humano ¿Imaginan cómo hubieran sido las bendiciones si ellos hubieran sabido lo que hoy sabemos? Diríamos cosas cómo “¡Baruj! Revélate, Tú, Adonai... que das existencia a los campos electro-magnéticos, balanceas los protones y neutrones, escribes el ADN y haces que la serotonina y dopamina no se nos acabe, así seguimos felices”. Podemos saber todas estas cosas, pero si no las contemplamos, si no meditamos en ellas, no nos cambiarán. Las bendiciones matutinas nos abren la posibilidad a maravillarnos apenas nos despertamos.
Versículos de Alabanza
Después de pasar por el plano físico, nos toca entrar en el plano sentimental.
Los versículos de alabanza están formados por varios Tehilim (salmos) y alabanzas dichas por el Rey David y el pueblo de Israel y Moshé al salir de Egipto, con algunos agregados de otras porciones del Tana”j.
Esta parte de la Tefilá nos prepara para entrar en la meditación profunda del plano mental, que es el Shemá y sus bendiciones ¡pero es imposible meditar y concentrarse si estamos preocupados por nuestro sustento! ¿cómo cerrar los ojos en el Shemá si estamos amargados por la ultima discusión con el jefe, que no acepta darnos un aumento? Necesitamos elevarnos un poco por sobre el suelo... aunque sea unos centimetros nada más. Para eso están los Psukei deZimrá (Versículos de Alabanza). No hay nada como la música, las canciones y los bailes para alegrarnos y abrir nuestro corazón y nuestra mente, pudiendo así ver nuevos horizontes que antes ni imaginabamos. El último Tehilim que decimos en Psukei deZimrá nos lo dice claramente “¡AlábenLo haciendo sonar el Shofar! ¡AlábenLo con arpa y lira! ¡AlábenLo con tambores y bailes!” Así vamos sintiendo la alegría de poder dirigirnos al Creador y la plegaria nos lleva a diferentes ideas que nos alzan por sobre lo superficial. Nos vamos dando cuenta que no cantamos solos ¡toda la creación canta con nosotros! “¡AlábenLo todos sus ángeles! ¡AlábenLo todas sus huestes! ¡El agua, los cielos, el sol, la luna, las estrellas, los reptiles, la nieve, el viento, los pájaros! ¡Todos juntos Halelú-Yah!”

Al final de esta parte de la Tefilá cantamos la canción de Iam Suf y alabamos a Dios no solo por la creación y su belleza sino también por su relación personal con nosotros, por habernos sacado de Egipto y por habernos dado Su Torá. En Shabat agregamos aquí el Nishmat Kol Jai, una hermosa alabanza en la que agradecemos por cada detalle de nuestra vida y admitimos que una vida entera no nos alcanzaría para agradecer por todo lo bueno que tenemos y todas las veces que Dios nos salvó de adversidades. En Shabat me encanta decir el Nishmat Kol Jai despacio, concentrandome en cada palabra. El corazón no puede evitar latir más rapido de lo normal al decir “Por lo tanto, los miembros con los que nos formaste, el espiritu y alma que insuflaste en nuestras narices y la lengua que pusiste en nuestras bocas ¡Todos juntos agradecerán, bendecirán, alabarán, ensalzarán, enaltecerán, santificarán y coronarán Tú Nombre, Rey Nuestro!”.
Ahora, podemos subir un escalón más.
El “Shemá Israel” y sus bendiciones
El “Shemá” es el climax de la Tefilá. En él proclamamos la unicidad de Dios. Pero en el plano mental en el que entramos, no es suficiente “decir” el Shemá, es necesario vivirlo, disolverse en la unicidad del Creador, anularse como una gota en en el oceano divino y hacernos traslucidos a tal punto que Su luz pueda brillar a través de nuestro ser. Necesitamos meditar profundamente en los conceptos que nos presenta el Sidur antes del Shemá para llegar a esto.
Esta es la parte más meditativa y contemplativa de la Tefilá, por eso a algunos les cuesta tanto conectarse con ella. Los Psukei deZimrá – y más aún las bendiciones matutinas – son mas accesibles a todos, pero usar la mente con concentración a veces nos cuesta ¡pero el esfuerzo vale la pena!
¿Cómo empiezan las bendiciones del Shemá? Primero meditamos en la grandeza del Creador en comparación con la creación. Hablamos del día, la noche, los astros y de cómo todos ellos existen solo gracias a la Palabra Divina. Dios crea el cosmos constantemente, es su fuente de vida, si por un instante dejaría de darles se flujo de vida, dejarían de existir instantaneamente. Luego hablamos de meta-física. Nombramos a las galaxias, las constelaciones, los diferentes tipos de ángeles que son la fuente espiritual de nuestro plano físico y de repente... ¡Kadósh, Kadósh, Kadósh! ¡Trascendente, Trascendente, Trascendente! ¡Tú, que te invistes en todo y te haces imanente en cada átomo, sigues siendo trascendente y estás “por fuera” de todo! ¡Es imposible captarte! ¡Ni siquiera los ángeles mas altos captan tu verdadero nombre! ¡Somos tan pequeños e insignificantes ante Tí, como una molécula de polvo flotando en medio de la órbita de Neptuno!
Llegar a captar esto es posible porque vamos en orden, de lo cercano a nosotros hasta lo más lejano, dandonos cuenta gradualmente lo pequeños que somos y lo grande que es el Creador, anulandonos poco a poco.
Pocos describieron esto mejor que Carl Sagan:
“Desde este lejano punto de vista, la Tierra puede no parecer muy interesante. Pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestra casa. Eso somos nosotros. Todas las personas que has amado, conocido, de las que alguna vez escuchaste, todos los seres humanos que han existido, han vivido en él. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de ideologías, doctrinas económicas y religiones seguras de sí mismas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, cada inventor y explorador, cada profesor de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie ha vivido ahí —en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.
La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina de este píxel sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestras posturas, nuestra imaginada importancia, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo... Todo eso es desafiado por este punto de luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano en la gran y envolvente penumbra cósmica.”
Por último, despues de tanta anulación, llega una sorpresa: Con toda nuestra pequeñez, con toda la grandeza del Creador y la distancia entre nosotros ¡el se nos reveló en el Sinai! ¿¡qué mayor muestra de amor hay!? “Con gran amor nos amaste...”
No alcanza con decir estas palabras... piensalas, repitelas en tu mente una y otra vez hasta sentir el incondicional amor de Dios a tí... ¿si no ahora, cuándo? “Con gran amor nos amaste... nunca nos abandondes...”
Uniendo la distancia con la revelación, decimos el Shemá ¡No hay nada mas que haShem!
Mantén los ojos cerrados cuanto quieras.... no hay nada más que él...
¡Oy! Si pudiera quedarme aquí siempre... en este estado... ¡pero no puedo rezar todo el día! ¿qué puedo hacer para quedarme con este sentimiento todo el día?
El Shemá nos da la respuesta: “Estas palabras que Yo te ordeno hoy estarán en tu corazón...” nuestros sabios explican que nos estamos refiriendo a las palabras de la Torá. Al guardar un momento en medio o al final del día para estudiar Torá, la palabra viva de haShem, nos volvemos a conectar con ese estado de consciencia del Shemá.
Despues del Shemá decimos otras bendiciones y nos preparamos para la Amidá donde hablaremos personalmente con el Creador y le haremos nuestros pedidos.
Amidá – De Pie Frente al Rey
Una vez que sabemos ante Quien vamos a hablar, luego de haber pasado por todos los escalones anteriores, es hora de hacer nuestros pedidos ante el rey. Por supuesto que luego de tanto trabajo, nuestros pedidos ya no serán los mismos que hubieramos hecho sin preparación. Ahora nuestros pedidos no van a ser egoístas ni burdos. Por eso en la Amidá hablamos en plural, no pedimos solo por nosotros sino por todo el pueblo y no pedimos solo para llenar nuestros deseos sino para servir al Creador lo mejor posible a través de que nos de todo lo que necesitamos.
Es importante ser creativo en los pedidos. No hablo de inventar las palabras, no. Es importante leer el texto del Sidur como está escrito. Pero nuestra intención insuflada en las palabras sí debe ser creativa. Por ejemplo cuando decimos “bendice los cereales” podemos pensar “bendice nuestro trabajo”. Cuando decimos “cúranos” podemos pensar en todos aquellos que conocemos que necesitan salud, o en nuestras enfermedades espirituales. “Danos paz” “¡Ribonó shel Olam! Tengo unos amigos que están peleados, por favor ayúdalos a amigarse. Israel necesita paz, por favor dame un indicio y enseñame que puedo hacer para que no haya mas guerras...”
El Descenso del Flujo
Luego de la Amidá debemos volver al mundo. Aquél que preste atención verá como repetimos todo el orden de ascenso de vuelta, pero esta vez descendiendo.
Algunas comunidades terminan la Tefilá con un pasuk que dice “los justos se sentarán ante tu rostro”. Esto nos recuerda que a veces subimos muy alto pero no logramos traer nada de regreso. Nuestro viaje fue hermoso pero no trajimos nada a nuestra casa. Por eso debemos esforzarnos en hacer descender el flujo y no dejarlo flotando en el mundo de la plegaria, debemos sentarnos mientras finalizamos la Tefilá y preguntarnos “¿donde estuve hoy en mi Tefilá? ¿qué lugares visité? ¿cómo puedo aplicarlos en mi vida, en el trabajo, en mi familia?”.
Esto es muy importante, sin esto, la Tefilá puede terminar siendo solo un escape egoísta. Para que no sea así debemos ver cómo cambiamos gracias a la Tefilá y al final del día analizar si realmente cumplimos lo que decidimos o no lo logramos, y ver que debemos cambiar ¿talvéz me prometí hacer algo y no lo hice? ¿talvéz estaba demasiado elevado y no me di cuenta que lo que exigí de mi mismo era demasiado? Haz el análisis. La semana que viene me puedes contar cómo te fue.
Ariel Bruno Bircz