entreverada relación entre sus hijos Iaakov y Esav.
La Torá no es simplemente un libro de historia, sino una revelación divina, por lo tanto en lo que parecen simples cuentos hay encerrados secretos e indicios sobre la historia de la humanidad. Los patriarcas son los arquetipos del pueblo de Israel y de ellos salen dos hijos que se separan del camino de sus padres y forman otras naciones. De Avraham sale Ishmael, padre espiritual del Islam, mientras que de Itzjak sale Esav, padre espiritual del Cristianismo. Así es como del judaísmo nacen las dos grandes religiones monoteístas que se expanden por el mundo y en la Torá podemos ver la difícil relación entre estos tres pueblos que se remontan a Avraham.
Nuestra parashá se enfoca en Esav, por lo que es adecuado hablar de la diferencia entre el judaísmo y el cristianismo en esta oportunidad.

Entre Iaakov y Esav es muy claro que hay una relación complicada. A diferencia de Itzjak e Ishmael, entre los cuales no encontramos en la Torá diálogo alguno ni mucha interacción, Iaakov y Esav se encuentran y desencuentran, no se sabe si Esav quiere a Iaakov o no ni que sentimientos tiene exactamente con él. A veces Esav odia a Iaakov y a veces le ofrece viajar con él, en un momento lo quiere asesinar y luego le pregunta cómo está su familia. Así es la relación del pueblo de Israel con el cristianismo, por un lado la iglesia difunde odio a los judíos y por otro los invita a hacer debates.
Un ejemplo muy claro que nos insinúa el Talmud sobre cómo Esav representa al cristianismo se encuentra en la explicación que da a los versículos del capítulo 36 de Génesis donde son nombrados los diferentes “aluf” del reino de Edom que desciende de Esav. La palabra “aluf” se suele traducir como caudillo, algo así como lider o jefe. El Talmud nos dice que aluf significa “un rey sin corona”, un nivel de reinado sin la potencia de un verdadero rey. En otra parte el Talmud nos dice que la desfachatez es “un reinado sin corona”, o sea alguién que se cree algo que no es. Con esto el Talmud nos insinúa la verdadera esencia del cristianismo: un robo de identidad. Así cómo los descendientes de Esav reinan sin ser reyes con su desfachatez, el cristianismo, tanto el católico como el ortodoxo e incluso las líneas amigables a Israel del movimiento protestante dicen ser “el verdadero Israel” (Verus Israel) sin serlo. En la misa del domingo el cristiano dice “nosotros somos Israel tu pueblo sagrado” refiriéndose a la iglesia, negando al Israel verdadero, el pueblo judío.
La raíz de este robo está en el enfoque diferente que tienen el judaísmo y el cristianismo sobre la relación con El Creador.
El pueblo judío tiene muy claro que Dios hizo un pacto con ellos el cual los obliga a cumplir los preceptos de la Torá. Sin embargo el pacto es con el pueblo y no depende de si los preceptos son cumplidos o no, o sea que incluso si el pueblo judío no cumple los preceptos el pacto sigue en pie. Dios puede castigarlos por no cumplir sus órdenes, pero el pacto no se anula. En otras palabras el judaísmo es el pueblo elegido por Dios, no una religión. Es un pueblo que tiene una religión, pero aunque la religión no se siga al pie de la letra el pacto no se puede anular, pues es con el pueblo más allá de lo que haga.
El cristianismo piensa exactamente lo contrario. Todo aquel que acepta sobre sí mismo el cristianismo, sin importar de que nación es, está salvado. Israel no es un pueblo sino una creencia para ellos, y así es cómo finalmente roban la identidad del pueblo judío.
Es entendible, en cierto modo, que los pueblos paganos de la época en la que se formó el cristianismo hayan formado el mito que los guía hasta hoy: Dios se convirtió en carne y no cualquier carne sino carne judía y luego fue crucificado.
La idea proviene del hecho de que la Shejiná, la presencia divina, posaba reveladamente en Israel cuando el Beit haMikdash, el Gran Templo en Jerusalem, estaba en pie. Las naciones veían cómo Dios posaba en Israel e iban al Beit haMikdash. Muchos se convirtieron al judaísmo en esa época. Sin embargo el pueblo de Israel pecó y por eso fue exiliado y la presencia divina dejó de revelarse en el Templo. El inconsciente colectivo de los pueblos entendió esto de una manera idólatra y pagana y esto sigue haciendo eco hasta hoy en día. Ellos dijeron en sus adentros “Dios se reveló en Israel pero los judíos lo echaron de este mundo, los judíos mataron a Dios” y así fue formándose el mito cristiano, que tanto sufrimiento trajo a los judíos a través de la historia.
Por un lado, esto demuestra que gran parte de la humanidad pudo reconocer que El Creador se revela al mundo a través de los judíos y ellos tienen Su mensaje para la humanidad, ellos son los encargados de dar un valor trascendental a cada nación.
Por otro lado, a pesar de ser esta idea correcta, fue deformada y mal usada y es hora de rectificarla. Es hora de que todo aquel que fue educado bajo el mito cristiano reconozca la verdad: el pueblo de Israel sigue vivo y hasta tiene su propio estado. A vuelto a ser parte de la historia y llegó el momento de aprender de él cuál es la voluntad divina. Los cristianos y sus líderes deben reconocer que no es necesario seguir usando la versión copiada y de segunda mano que les vendieron pues ahora pueden buscar la luz divina a través de su revelación en el pueblo de Israel verdadero.
Por supuesto que esto no puede pasar en un instante sino paulatinamente. Hoy en día hay muchos Noájidas - quienes siguen las siete leyes de Noé - como las enseña el Talmud, las leyes que Dios dió a todos los pueblos. Un Noájida que se haya declarado ante un tribunal rabínico puede hasta decidir cumplir más preceptos que los siete básicos y estudiar Torá. También hay muchos conversos, viviendo tanto en el Estado de Israel como fuera de este.
El Ramba”m (Maimónides) ya premonizó estos acontecimientos al final de su obra halájica Mishné Torá “Todo lo que provocó Jesús de Nazaret y el Ismaelita (refiriéndose a Mahoma) que apareció después de él no son sino para preparar el terreno para el Rey Mashiaj y para rectificar al mundo haciendo que sirva al Creador en armonía, como fue dicho “entonces cambiaré a todos los pueblos y usaran palabras claras, todos llamarán al nombre de Dios y lo servirán como uno” ¿Cómo es esto? el mundo ya se llenó de la idea mesiánica y de la palabra de la Torá y las Mitzvot (preceptos). Estas ideas se expandieron hasta los confines de la tierra y en muchos pueblos incircuncisos de corazón. Ellos tratan estas ideas y los preceptos, algunos dicen “estas Mitzvot eran verdaderas e importantes, pero ya fueron anuladas y hoy en día no es necesario cumplirlas” mientras que otros dicen “estas son cosas simbólicas, no son literales, ya vino el mesías y reveló su verdadero significado”. Pero cuando venga el verdadero Rey Mashiaj, tenga éxito, crezca y se enaltezca, instantáneamente se arrepentirán y sabrán que sus padres les hicieron heredar mentiras y sus profetas patriarcas los hicieron errar”. Vemos con nuestros propios ojos cómo las palabras del Ramba”m dejan de ser hoy en día una premonición y se vuelven realidad, en todo sentido.
Otro de los enfoques diferentes que tiene el cristianismo con el judaísmo es la forma de entender al Creador.
En la Torá encontramos que la revelación de la presencia divina no se limita al alma de la persona o a lo espiritual, sino que posa en cualquier lado donde Él quiera. Por ejemplo, vemos que El Creador se revela en el Beit haMikdash a través de ofrendas de animales y vegetales, acto que a primera vista es más material que espiritual. Dios le da a Avraham el precepto del Brit Milá, la circuncisión, acto que lo conecta con Él ¿y que miembro representa mejor el lado animalesco de la persona que el miembro reproductor? Sin embargo ese es el miembro que Dios elige para conectarse con Avraham.

Para el cristianismo Dios es demasiado grande como para posar en la tierra, su reino está en los cielos, mientras que el judaísmo dice que Dios es tan grande que incluso el cielo le queda chico y no hay lugar que esté cercano a Él, ni siquiera el cielo, por lo que Él se revela donde Él lo desea, no por estar cerca o lejos, sino porque esa es su voluntad, posar aquí, en este mundo terrenal, en el Beit haMikdash, en la Tierra de Israel.
Pero esta historia tiene un final feliz. La Torá nos cuenta que Esav termina apaciguado y haciendo las paces con Iaakov y lo invita a viajar junto a él, pero Iaakov se niega diciendo que “mis niños son aún frágiles, así como mi ganado y rebaños”. Nuestros sabios interpretan esto como indicando que el momento en el que Iaakov y Esav harán las paces finales será cerca de la redención final, y como ese momento aún no había llegado, Iaakov se negó a viajar junto a Esav. Pero hoy en día la redención ya comenzó y avanza a pasos agigantados. Cada día escuchamos más de cerca los pasos del verdadero Mashiaj. Iaakov (el pueblo judío), que solo sabía rezar - “la voz es la voz de Iaakov” - aprendió mientras estuvo exiliado bajo Esav (Europa en su momento) cómo luchar - “las manos son las manos de Esav” - creando su propio estado y su propio ejército. Todos los cambios que están pasando en el pueblo de Israel y todas las naciones son la gran evidencia de la verdad de las palabras de Maimónides.
Sea la voluntad del Creador que seamos meritorios de la pronta reconstrucción - en nuestros días - del tercer Beit haMikdash, donde se cumplirán las profecías “ Y mi casa será casa de plegaria para todos los pueblos” “Irán muchos pueblos y dirán “¡Vayamos y subamos al monte de Dios! ¡Al monte del Dios de Iaakov! Nos enseñará sus caminos e iremos en sus sendas, pues de Sión saldrá Torá y la palabra de Dios de Jerusalem”.