Esta semana empezamos a leer el libro de Vaikrá. Si el libro de Shemot se trataba de el acercamiento de Dios al pueblo (y a traves del pueblo judío, a todos los demás), ahora la pelota rebota y nos encargamos del acercamiento del pueblo y el individuo a Dios. En otras palabras, Shemot es de arriba hacia abajo y Vaikrá de abajo hacia arriba.
El acercamiento del pueblo es a través del mishkán y los korbanot (ofrendas), como la misma palabra lo indica: Korbán viene de Kirbá, cercanía.
La dinamica de ascenso del plano fisico hacia su fuente se expresa tambien en las leyes de las ofrendas, que tienen un principio contrario al resto de la Torá: Mientras que en la Torá el día empieza al ponerse el sol, en las ofrendas la ley exige que se empiecen de día y el tiempo limite para finalizar la ofrenda es a la medianoche. En otras palabras, al ser creado el mundo desde su fuente, Dios lo hace de un modo optimista: Primero la noche, la oscuridad, la nada, que de a poco se materializa en el día, la luz, la existencia. En el korbán es al reves, el día va hacia la noche, pues la creación vuelve a su origen, a la nada, al Creador que está por encima de la existencia y su opuesto.
La idea suena excitante, pero por otro lado la época que comienza ahora puede provocar al pueblo cierta depresión: A partir de Vaikrá, no se siente muy cercana la presencia divina si lo comparamos con Shemot. Al salir de egipto estabamos rodeados por nubes de gloria que nos abrazaban por todos lados, como un padre envolviendo con sus brazos a su pequeño. En Vaikrá Dios nos suelta la bicicleta y nos obliga a pedalear solos. Sentimos un alejamiento, que por un lado nos hace crecer, pero por el otro dejamos de sentir el amor rodeandonos.
La revelación divina en el exodo fue pura bondad, nosotros no merecíamos ser redimidos y sin embargo nos sacarón de egipto como un acto de altruismo absoluto, como nos cuentan los sabios que en el momento de la liberación los angeles le reclamaron a Dios que los israelitas no teníamos ningun merito para ganarnos la libertad, “Tanto los hebreos como los egipcios son idolatras!” exclamaron. Sin embargo, con su bondad, Dios nos abrió el mar y los “idolatras” fueron libres (de acá puede responderse tambien al argumento que dice que la creación del Estado de Israel no es una acción divina pues “cómo va Dios a hacer un milagro a gente que no cree en milagros” (como dijo el Admu”r de Satmer Rabí Ioel Teitelbaum zt”l), sin embargo en Pesaj el pueblo como vemos no era “perfecto” que digamos, y que yo sepa los rabinos siguen festejando y comiendo matzá cada año de todas formas).
En Vaikrá por otro lado, el acercamiento divino depende del pueblo.
Pero esto no significa que Dios esté mas lejos ahora, todo lo contrario. De la primer palabra del libro aprendemos que ahora Él va a estar mucho mas cerca de nosotros: En la Torá cada vez que el Creador habla, se usa uno de sus nombres que representa alguno de sus atributos en los cuales se limita para relacionarse con la creación. Sin embargo cuando la Torá dice “Vaikrá el Moshé” “Llamó a Moshé” no aparece ningun nombre (como por ejemplo: “Dijo Ado-nai etc.). Incluso en el momento cúspide de la unión, cuando estuvimos en el monte Sinaí, la Torá dice “Anojí HaShem Elokeja”, tres nombres, Anojí siendo el que representa Keter, el más alto nivel, pero nombre, o sea atributo y definición al fin y al cabo. Dios mismo, su esencia, que está por encima de todo atributo, se revela en Vaikrá, cuando ningun nombre es usado, ninguna vestimenta oculta y ningun velo se interpone. A través del servicio de la persona con sus propias fuerzas, sin esperar la inspiración o intervención Divina, es como nos conectamos con Dios mismo sin nada que se interponga, ni siquiera sus propios atributos.
El Baal Shem Tov nos explica que la mas grande ocultación Divina es cuando la persona no siente el alejamiento. Aquél que se siente cerca de Dios cuando en verdad está lejos, está mas alejado que el que sabe su verdadera posición. El que se siente cerca, está lejos, y el que se siente lejos está cerca. En palabras del Rebe de Kotzk: No hay nada mas completo que un corazón roto (por el dolor de la Teshuvá).
Sea Su voluntad que así sea, y sin esperar un despertar, traigamos la gueulá personal con nuestras propias manos y a través de ella lleguemos a la gueulá general del pueblo judío y por lo tanto de la humanidad entera, y mas aún, de todo el cosmos.
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